jueves, 17 de mayo de 2007

Durante el paseo de la tarde con mi perro Buly me he llevado una mala sorpresa. Buly se quedó un poco atrás olisqueando entre la hierba y cuando le llamé, en lugar de venir se puso a ladrar para llamar mi atención, cuando fui a donde estaba delante de él había un lagarto ocelado en actitud amenazante con la boca abierta y dispuesto a defenderse, pero comprobé con tristeza que sangraba por un costado, tenía una dentellada y como no podía saber si la herida le afectaba el pulmón y tampoco me era posible curarle, le puse delante de un hueco donde se escondió enseguida. Quiero pensar que con el tiempo terminará por curarse. Era un bonito macho y aquí en Andorra he visto estos lagartos solamente en dos o tres ocasiones, tienen un tamaño un poco más pequeño que los que se ven por el resto de la Península pero eso no quita para que sean igual de bonitos e impresionantes.

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