miércoles, 27 de abril de 2011

27 de Julio de 2007


A mi hermano Ignacio


Por aquel entonces vivíamos en Maro, David debía tener un año y medio, durante unos días de vacaciones fuimos a casa de papá y mamá, por el jardín había tres o cuatro tortugas, una de ellas me la había regalado mi amigo Juan Luís y me hizo ilusión recuperarla para mi hijo, de las otras no volví a saber nada pero Petronila, que así es como la bautizamos, fue nuestra compañera durante muchos años. Del patio de la casa de Maro, en donde David la disfrutaba, pasó a vivir en la terraza del piso de Albiñana, donde a la llegada de Sara se transformó en la tortuga de mis hijos.
Cuando nos mudamos a Calviá la vida de Petronila cambió por completo, de estar en suelos de cemento y baldosas pasó a vivir en el jardín, donde además descubrimos que había otra. Durante mis paseos por el campo Taro localizaba las tortugas de por allí y yo me las llevaba a casa e incluso recuperé una del tamaño de una pelota de tenis que llegó a Marineland en un camión de estiércol. Feliz vida la que en esos días tuvo Petronila, disfrutaba de compañía, comida natural en abundancia, el clima ideal y seguramente algún macho de su gusto, es muy posible que en Calviá hayan quedado algunos descendientes suyos.
Nuestro traslado a Andorra para ella fue nefasto, se pasaba los días en un rincón del piso  completamente inactiva y casi no se alimentaba, tenía que encontrar una solución. Pensé que la persona más idónea para que se ocupara de ella eras tú, Ignacio, tenías una casa con jardín, a Karin le gustan los animales y tu hijo Julito era pequeño y le gustaría el regalo de su tío.
Después llegó la primera cría, estabais como locos, era increíble, yo sentía una gran envidia pero desde lejos lo disfrutaba y me consolaba pensando que había valido la pena separarme de ella.


Hijas de Petronila saliendo del nido

Año tras año Petronila siguió criando, se os escapó el macho y me las arreglé para proporcionaros otro comprado ilegalmente, y Petronila siguió siendo una excelente madre.
Yo disfrutaba de las tortugas por vuestras noticias y de cuando en cuando durante mis visitas a vuestra casa me fascinaba ver a Petronila y toda su descendencia.
Pero poco a poco las cosas se fueron complicando. Por un lado los “político” por otro los “doctores en biología” y finalmente un poco porque se puso de moda el proteccionismo, empezaron a surgir normas y trabas para impedir que los particulares pudieran tener en casa animales protegidos.
Actualmente es verdad que las normas son estrictas y que es un peligro tener tortugas sin la documentación correspondiente, pero Petronila, para mi y los míos, está tan cargada de recuerdos y tan ligada a mi familia que me resulta imposible separarme de ella y perderle el rastro definitivamente. Es por eso que la quiero recuperar.


Un fuerte abrazo de tu hermano Julio.




Agosto 2007


Petronila con su pareja Pierre y su hija Caillau vuelven a vivir con nosotros y mis tres nietos pueden seguir disfrutando con su compañía.


Petronila

Petronila (a la derecha) con Pierre y Caillau

Mi nieto Gabriel disfrutando de las tortugas


domingo, 10 de abril de 2011

Miel de mi árbol

Estamos teniendo una primavera escepcional ...


... tan escepcional que mi árbol se ha llenado de flores ...


... y mis abejas no paran de visitarlo.